martes, 30 de octubre de 2012

Felicidad, qué bonito nombre tienes


Si alguna vez me preguntas qué es para mí la felicidad,
tal vez no sepa responderte.
Seguramente te conteste con palabras coherentes
que unidas formen un estúpido mundo de Marihuana y fantasía
pero no será el mío
porque ni fumo porros ni conozco a Yupi.

Pero si alguna vez nos conocemos,
si alguna vez te llego a encontrar,
si me preguntas qué es para mí el amor,
si lo haces mientras me miras,
te podrás ver reflejada en mis pupilas
porque te aseguro
que no habrá nada más que quieran ver mis ojos.

Si me preguntas qué es para mí la belleza
hazlo cuando salgas de la ducha
para dejar sin palabras a este pobre poeta,
porque cuando tu mirada se dirige hacia las nubes,
sólo el tonto mira al cielo.

Y si después de encontrarte,
alguna vez me preguntas qué es para mí el sexo,
que sea en mi cama
mientras buscas con la mirada tu ropa interior
y me preguntas
qué coño hiciste con mi tanga, cariño

Entonces pregúntame si alguna vez lo he pasado mejor
y te diré aquello de sigamos con lo nuestro
porque para siempre
me sigue pareciendo muy poco tiempo.

Si lo que me preguntas es qué es para mí el dolor,
hazlo con las maletas en la mano,
yéndote hacia ninguna parte y yo te contestaré
que no habrá un lugar en el que estés más segura que en mis brazos,
así que, si después de conocerte,
algún día decides irte,
hazlo,
pero prométeme no soltarme nunca.

Entonces,
si llega el día en que te encuentre de verdad,
si soy capaz de responderte a todas esas cuestiones,
pregúntame otra vez sobre aquello de la felicidad

Felicidad, qué bonito nombre tienes

Felicidad, querida, eres tú


jueves, 18 de octubre de 2012

Monólogo del amor

Nos conoceremos en algún lugar. Tal vez en la barra de un bar o comprando en un supermercado, justo en el momento en que nuestros carros se choquen. A lo mejor es en plena calle, quién sabe. Imagínate a ti ojeando una revista, quizás la misma que vaya a comprarme yo, y coincidamos en alguna opinión acerca de ella. Siempre podríamos encontrarnos en el metro, bajando en la misma parada o tal vez te vea ahí sentada, esperando que te levantes, y decida ir al mismo sitio que tú para contarte que me has encantado, que necesitaba hablar contigo y conocerte. O simplemente nos presente un amigo en común y tu sonrisa me embriague para siempre.

Y entonces yo te sonreiré a ti y después del hola, qué tal, algo en ti hará que te fijes más y te darás cuenta que existe una atracción que te gusta. No sabrás cómo definirlo. Pero te darás cuenta que yo no soy como los demás, cómo decirlo. Simplemente diferente. Así que estaremos un buen rato hablando, sin dejar de sonreír. Porque estaremos realmente cómodos. Seguramente uno de los dos se choque contra otra persona al andar porque no seremos capaces de mirar hacia el frente. Solo yo a mi izquierda y tú a tu derecha. A los ojos del otro, viendo miles de destellos salir de ellos.



Llegará la hora de decirnos hasta luego y nos daremos los números de teléfono. Nos agregaremos al Facebook y no volverá a existir una noche más corta que la primera en la que hablamos. Al día siguiente, los dos cogeremos nuestro móvil y sonreiremos al ver que el primero en levantarse ha querido dar los buenos días al otro. Me hubiera pasado toda la noche hablando contigo, una cosa parecida dirá ese whatsapp que nos atrapará en la desesperación de vernos, de mirar el móvil cada cinco minutos esperando tener más noticias. De echarnos de menos, de desearnos.

Algún sábado nos encontraremos de fiesta sin querer. Será nuestra sorpresa. La primera de muchas, o no. Qué haces aquí, no sabía que venías. Nos diremos ese tipo de cosas y otras más que a nadie le importa porque nuestros ojos estarán gritando bésame de una puta vez. Y nos dejaremos llevar por el alcohol. Y nos besaremos. Apasionadamente, nos irá la vida en ello. Será perfecto, suave pero intenso. Se nos acelerará el pulso y pensaremos que hacía mucho tiempo que no sentíamos algo así. Pero seguramente sea por el alcohol, no lo olvides.

Esa noche dormiremos juntos, cómo no. Nos detendremos a jugar a los dados del amor en cada esquina, stop, farola o bazar. Nuestros suspiros serán cada vez más fuertes y la excitación hará desaparecer cualquier persona viva de este puto mundo. Porque en el nuestro, sólo estaremos tú y yo.



Y llegaremos a tu casa después de habernos dejado la mitad de la ropa en el ascensor. Las paredes de tu hall serán la cama perfecta para empezar a despojarte de lo que te quede de tela mientras mis manos bailan con el azar. Por un momento, tus pechos serán la corona de mis labios y mi lengua jugará a ser dios en todos los lugares que te produzcan excitación. Y seguiré buscándote porque al cabo de cinco minutos no habrá un centímetro de tu piel que yo no haya examinado. Y tus manos se moverán rápidas en la misma zona que te estás imaginando ahora mismo. Y tu boca… Créeme que tu boca no tardará en chupar lo que más desearás en ese mismo momento.

Y haremos el amor. No, no sólo eso. Follaremos. Vaya que si follaremos. Nos dejaremos llevar por la magia de la noche y los tropiezos de nuestra embriaguez. Toda la noche. De hecho, amaneceremos entre los últimos gimoteos de pasión. Desgastaremos nuestros cuerpos descubriendo nuevas posturas de excitación con cada polvo mientras que el sudor se convertirá en las sábanas que nos recubran y tus gemidos, en mi banda sonora.

Finalmente, nos fumaremos un merecido cigarro y volveremos a la realidad. La puta realidad de la que no deberíamos haber salido. A partir de ahí, tal vez estemos bien unos días, tal vez semanas. Pero en una baraja tan sólo hay cuatro ases y mucha mierda. Así que, las manos del destino, tarde o temprano, nos darán una mala jugada a uno de los dos. Y, mientras uno no dejará de pensar en la otra persona, habrá alguien de los dos que simplemente el deseo se le habrá esfumado. Y así, el azar volverá a decidir entre nosotros y lo que un día pensamos que era amor se habrá ido con el último condón de aquella noche.

Pero el amor más doloroso es aquel que mata sin haber muerto antes. Y uno de los dos sufrirá y llorará. Seguirá recordando aquella noche como la más mágica de todas sin poder confiar en la persona que de verdad tiene que llegar. Así que, sabes qué te digo. A la mierda el amor. Hazme un favor, si cuando nos conozcamos no somos los indicados, ¿por qué no pasamos de esta mierda y follamos directamente?


lunes, 15 de octubre de 2012

Finales sin principios


Yo solía tener claro todas estas cosas,
que, a veces,
el mundo rosa en el que creemos vivir se tiñe de mierda
y que todas las mentiras empiezan con la palabra cariño.

La vida me había enseñado que comprar muebles de Ikea siempre era lo adecuado,
por aquello de montar y desmontar a tu antojo,
que vivir en una casa no significa tener un hogar 
para siempre

Me consideraba un experto entre amores y desamores
si alguien entiende sobre el infierno,
ese soy yo.

Aprendí a vivir entre historias de alcoba 
en camas que no eran la mía
ni la tuya
ni la nuestra

Hasta aquella noche en la que los cubatas de ron 
nos llevaron hasta tu almohada,
la misma noche en la que me perdí entre tus sábanas
y te encontré a ti después.

Y allí me ves a la mañana siguiente,
ojeando el nuevo catálogo de muebles y tú 
descolgando el teléfono.
Tu taxi llegará en diez minutos, me dices

Y la mierda que vuelve a flotar,
otra vez, pienso
Y un adiós acompañado de un punto,
uno de esos a los que nunca le siguen dos puntos suspensivos

Uno de esos en los que quieres seguir leyendo pero,
por desgracia,
la historia terminó antes de que pudieras correrte

jueves, 4 de octubre de 2012

Artista, siempre artista


A menudo te recuerdo
y deseo ser como el humo del cigarro que sale de mis labios.
Enderezar el rumbo hacia las nubes,
con paso suave pero decidido.
Dejar a mi paso una vista cada vez más diminuta de lo que un día fue mi mundo
y flotar hacia el tuyo.
Como tú tuviste que hacer una vez.
Y, entonces, desaparecer

Encontrarte entre los demás,
rodeado de risas y abrazos de los que ya se fueron.
Verte por fin tocar la guitarra,
cosa que nunca pude hacer
Y escuchar más de tus batallitas

Verte feliz,
como siempre estabas.
Nunca necesitaste mucho para sonreír,
cómo era aquello? Sin dinero y bien pagado.
No se necesitaba nada más que verte cuando la familia se juntaba a tu alrededor
en aquella cena, cada año.

Parecía como si las puertas de la entrada no sólo nos protegieran del frío,
también de los problemas que acechaban en las calles.
Simplemente no iban contigo.
Todo lo que necesitabas estaba dentro de aquella casa
y sonaba a felicidad.

Y sigo fumando
Pero el humo de cada calada no es más que eso
Humo al fin y al cabo, que sale y desaparece

Pero yo siempre sigo

Y qué es de aquello de cómo vas de capital, artista
Ya nadie me llama así,
es algo que quedó conmigo
Tu herencia, podríamos llamarlo
Porque los buenos recuerdos siempre deben permanecer
De eso se trata, de hacer eterno lo que ya pasó

Y tú permaneciste en mí de ese modo
Con esa palabra,
creo que no podrías haberlo hecho mejor