Gracias al interés de personas ajenas al blog, No me toques las Ray Ban crece, al menos en esencia, y cambia de diseño para abarcar más y diferentes entradas.
Por favor, no dejéis de visitarnos porque, aunque no lo parezca, sois muchos los interesados :)
PD: algunas de las entradas pertenecientes a este blog se irán actualizando en el nuevo para que no caigan en el olvido.
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domingo, 9 de diciembre de 2012
martes, 30 de octubre de 2012
Felicidad, qué bonito nombre tienes
Si alguna vez me preguntas qué es para mí la felicidad,
tal vez no sepa responderte.
Seguramente te conteste con palabras coherentes
que unidas formen un estúpido mundo de Marihuana y fantasía
pero no será el mío
porque ni fumo porros ni conozco a Yupi.
Pero si alguna vez nos conocemos,
si alguna vez te llego a encontrar,
si me preguntas qué es para mí el amor,
si lo haces mientras me miras,
te podrás ver reflejada en mis pupilas
porque te aseguro
que no habrá nada más que quieran ver mis ojos.
Si me preguntas qué es para mí la belleza
hazlo cuando salgas de la ducha
para dejar sin palabras a este pobre poeta,
porque cuando tu mirada se dirige hacia las nubes,
sólo el tonto mira al cielo.
Y si después de encontrarte,
alguna vez me preguntas qué es para mí el sexo,
que sea en mi cama
mientras buscas con la mirada tu ropa interior
y me preguntas
qué coño hiciste con mi tanga, cariño
Entonces pregúntame si alguna vez lo he pasado mejor
y te diré aquello de sigamos con lo nuestro
porque para siempre
me sigue pareciendo muy poco tiempo.
Si lo que me preguntas es qué es para mí el dolor,
hazlo con las maletas en la mano,
yéndote hacia ninguna parte y yo te contestaré
que no habrá un lugar en el que estés más segura que en mis brazos,
así que, si después de conocerte,
algún día decides irte,
hazlo,
pero prométeme no soltarme nunca.
Entonces,
si llega el día en que te encuentre de verdad,
si soy capaz de responderte a todas esas cuestiones,
pregúntame otra vez sobre aquello de la felicidad
Felicidad, qué bonito nombre tienes
Felicidad, querida, eres tú
jueves, 18 de octubre de 2012
Monólogo del amor
Nos conoceremos en algún lugar. Tal vez en la barra de un
bar o comprando en un supermercado, justo en el momento en que nuestros carros
se choquen. A lo mejor es en plena calle, quién sabe. Imagínate a ti ojeando
una revista, quizás la misma que vaya a comprarme yo, y coincidamos en alguna
opinión acerca de ella. Siempre podríamos encontrarnos en el metro, bajando en
la misma parada o tal vez te vea ahí sentada, esperando que te levantes, y decida ir al mismo sitio que tú para
contarte que me has encantado, que necesitaba hablar contigo y conocerte. O
simplemente nos presente un amigo en común y tu sonrisa me embriague para
siempre.
Y entonces yo te sonreiré a ti y después del hola, qué tal,
algo en ti hará que te fijes más y te darás cuenta que existe una atracción que
te gusta. No sabrás cómo definirlo. Pero te darás cuenta que yo no soy como los
demás, cómo decirlo. Simplemente diferente. Así que estaremos un buen rato
hablando, sin dejar de sonreír. Porque estaremos realmente cómodos. Seguramente
uno de los dos se choque contra otra persona al andar porque no seremos capaces
de mirar hacia el frente. Solo yo a mi izquierda y tú a tu derecha. A los ojos
del otro, viendo miles de destellos salir de ellos.
Llegará la hora de decirnos hasta luego y nos daremos los
números de teléfono. Nos agregaremos al Facebook y no volverá a existir una
noche más corta que la primera en la que hablamos. Al día siguiente, los dos
cogeremos nuestro móvil y sonreiremos al ver que el primero en levantarse ha
querido dar los buenos días al otro. Me hubiera pasado toda la noche hablando
contigo, una cosa parecida dirá ese whatsapp que nos atrapará en la
desesperación de vernos, de mirar el móvil cada cinco minutos esperando tener
más noticias. De echarnos de menos, de desearnos.
Algún sábado nos encontraremos de fiesta sin querer. Será
nuestra sorpresa. La primera de muchas, o no. Qué haces aquí, no sabía que
venías. Nos diremos ese tipo de cosas y otras más que a nadie le importa porque
nuestros ojos estarán gritando bésame de una puta vez. Y nos dejaremos llevar
por el alcohol. Y nos besaremos. Apasionadamente, nos irá la vida en ello. Será
perfecto, suave pero intenso. Se nos acelerará el pulso y pensaremos que hacía
mucho tiempo que no sentíamos algo así. Pero seguramente sea por el alcohol, no
lo olvides.
Esa noche dormiremos juntos, cómo no. Nos detendremos a
jugar a los dados del amor en cada esquina, stop, farola o bazar. Nuestros
suspiros serán cada vez más fuertes y la excitación hará desaparecer cualquier
persona viva de este puto mundo. Porque en el nuestro, sólo estaremos tú y yo.
Y llegaremos a tu casa después de habernos dejado la mitad
de la ropa en el ascensor. Las paredes de tu hall serán la cama perfecta para
empezar a despojarte de lo que te quede de tela mientras mis manos bailan con
el azar. Por un momento, tus pechos serán la corona de mis labios y mi lengua
jugará a ser dios en todos los lugares que te produzcan excitación. Y seguiré
buscándote porque al cabo de cinco minutos no habrá un centímetro de tu piel
que yo no haya examinado. Y tus manos se moverán rápidas en la misma zona que te estás imaginando ahora mismo. Y tu boca… Créeme que tu boca no tardará en chupar lo que más desearás en ese mismo momento.
Y haremos el amor. No, no sólo eso. Follaremos. Vaya que si
follaremos. Nos dejaremos llevar por la magia de la noche y los tropiezos de
nuestra embriaguez. Toda la noche. De hecho, amaneceremos entre los últimos gimoteos
de pasión. Desgastaremos nuestros cuerpos descubriendo nuevas posturas
de excitación con cada polvo mientras que el sudor se convertirá en las sábanas
que nos recubran y tus gemidos, en mi banda sonora.
Finalmente, nos fumaremos un merecido cigarro y volveremos a
la realidad. La puta realidad de la que no deberíamos haber salido. A partir de
ahí, tal vez estemos bien unos días, tal vez semanas. Pero en una baraja tan
sólo hay cuatro ases y mucha mierda. Así que, las manos del destino, tarde o
temprano, nos darán una mala jugada a uno de los dos. Y, mientras uno no dejará
de pensar en la otra persona, habrá alguien de los dos que simplemente el deseo
se le habrá esfumado. Y así, el azar volverá a decidir entre nosotros y lo que
un día pensamos que era amor se habrá ido con el último condón de aquella
noche.
Pero el amor más doloroso es aquel que mata sin haber muerto
antes. Y uno de los dos sufrirá y llorará. Seguirá recordando aquella noche
como la más mágica de todas sin poder confiar en la persona que de verdad
tiene que llegar. Así que, sabes qué te digo. A la mierda el amor. Hazme un favor, si cuando nos conozcamos no somos los indicados, ¿por
qué no pasamos de esta mierda y follamos directamente?
lunes, 15 de octubre de 2012
Finales sin principios
Yo solía tener claro todas estas cosas,
que, a veces,
el mundo rosa en el que creemos vivir se tiñe de mierda
y que todas las mentiras empiezan con la palabra cariño.
La vida me había enseñado que comprar muebles de Ikea
siempre era lo adecuado,
por aquello de montar y desmontar a tu antojo,
que vivir en una casa no significa tener un hogar
para
siempre
Me consideraba un experto entre amores y desamores
si alguien entiende sobre el infierno,
ese soy yo.
Aprendí a vivir entre historias de alcoba
en camas que no
eran la mía
ni la tuya
ni la nuestra
Hasta aquella noche en la que los cubatas de ron
nos
llevaron hasta tu almohada,
la misma noche en la que me perdí entre tus sábanas
y te encontré a ti después.
Y allí me ves a la mañana siguiente,
ojeando el nuevo catálogo de muebles y tú
descolgando el
teléfono.
Tu taxi llegará en diez minutos, me dices
Y la mierda que vuelve a flotar,
otra vez, pienso
Y un adiós acompañado de un punto,
uno de esos a los que nunca le siguen dos puntos suspensivos
Uno de esos en los que quieres seguir leyendo pero,
por desgracia,
la historia terminó antes de que pudieras correrte
jueves, 4 de octubre de 2012
Artista, siempre artista
A menudo te recuerdo
y deseo ser como el humo del cigarro que sale de mis labios.
Enderezar el rumbo hacia las nubes,
con paso suave pero decidido.
Dejar a mi paso una vista cada vez más diminuta de lo que un
día fue mi mundo
y flotar hacia el tuyo.
Como tú tuviste que hacer una vez.
Y, entonces, desaparecer
Encontrarte entre los demás,
rodeado de risas y abrazos de los que ya se fueron.
Verte por fin tocar la guitarra,
cosa que nunca pude hacer
Y escuchar más de tus batallitas
Verte feliz,
como siempre estabas.
Nunca necesitaste mucho para sonreír,
cómo era aquello? Sin dinero y bien pagado.
No se necesitaba nada más que verte cuando la familia se
juntaba a tu alrededor
en aquella cena, cada año.
Parecía como si las puertas de la entrada no sólo nos
protegieran del frío,
también de los problemas que acechaban en las calles.
Simplemente no iban contigo.
Todo lo que necesitabas estaba dentro de aquella casa
y sonaba a felicidad.
Y sigo fumando
Pero el humo de cada calada no es más que eso
Humo al fin y al cabo, que sale y desaparece
Pero yo siempre sigo
Y qué es de aquello de cómo vas de capital, artista
Ya nadie me llama así,
es algo que quedó conmigo
Tu herencia, podríamos llamarlo
Porque los buenos recuerdos siempre deben permanecer
De eso se trata, de hacer eterno lo que ya pasó
Y tú permaneciste en mí de ese modo
Con esa palabra,
creo que no podrías haberlo hecho mejor
domingo, 23 de septiembre de 2012
Boulevard de los sueños rotos
Bienvenido al boulevard de los sueños rotos, donde la
felicidad se sirve en vasos de chupitos, que dicen que así es más fácil
emborracharse. Aquí no pedimos un mínimo de edad, tan sólo viejas historias que
nunca nos abandonan para poder pintar las paredes de los locales y barnizar las
mesas con lágrimas ya derramadas y conocidas.
Aceptamos gente de todo tipo, aquí vienen los que no saben
mentir para armarse de valor y contar aquello que por fin quieren decir, pero
no se atreven.
Acogemos las noches de soledad y las embriagamos de la compañía
más férrea, mezclada siempre con un poco de alcohol. Que no se diga que no
curamos.
Entre copa y copa tenemos misa de domingo, para que Jesús no
beba solo. Él viene siempre con sandalias pero en nuestro boulevar se puede
andar descalzo, cuanto menos peso, más cómodas serán las ganas de volar. Y no
se preocupen, no es el único que resucita al tercer día.
No tenemos aforo limitado, aquí nunca falta espacio para más
de un corazón. Enseñamos baile de salón para poder entenderse con las dudas que
bailan por las cabezas de los soñadores. Jamás se dan pasos en falso ni se
engaña a nadie. No tenemos tejados para no poder tirarnos piedras sobre él. Y
si llueve?, preguntan algunos. Pues es evidente, nos mojamos.
Reinan las caladas suaves pero intensas. De las de pulmones
anchos y corazones maltrechos. Pero no olvide que este es un lugar pasajero.
Aquí vienen los que un día perdieron el alma por el camino, nosotros sólo le
damos fuerza para recuperarla. Aunque hay otros, los que olvidaron aquello de
la valentía, que se aferraron a las historias del pasado, haciendo del presente
su propio olvido.
Si tiene alguna historia parecida, por favor, no sea tímido
y entre. Esperamos hacerle la estancia tan corta como agradable. Eso sí, los nuevos
pagan la primera ronda.
sábado, 8 de septiembre de 2012
Noche de verano
Recuerdo que tú querías fumar,
y yo hablarte,
para empezar
Tú pensabas que lo tenías todo para ser feliz,
yo necesitaba
alguien como tú para creer
Olvidaste por un momento lo que te rodeaba,
yo tan sólo
quería abrazarte
Y vino el cielo a sentarse entre nosotros
y puso una
estrella en el destello de tu mirada
Y un sueño de luz parpadeó ante tu sonrisa
pero la realidad
llegó como un apagón
Y los en otra vida tal vez,
en otro momento,
en otra ocasión,
cubrieron el ambiente
Tú no querías arriesgar, saltar del tren,
yo no quería coger
otro que el que pasó de largo
Y el recuerdo de una noche de verano llenó las sonrisas de
todos mis días
O tal vez fue una tarde.
Las horas pasaban volando cuando tú
les ponías caras extrañas
Y el sonido de un ya hablaremos resonó como un cristal
rompiéndose
Me decías qe no podía pasar nada
mientras cruzabas todos los
dedos de tus manos
y la nariz te crecía como nunca lo había hecho.
Yo me divertía
encontraba en tu modo de mentir
una inocencia que jamás había visto.
Y en tu mente bailban un tango las ganas de dejarse llevar
y el quién me mandaría a mí,
y yo mientras me empezaba a pregunar a qué sabrían esos
besos,
los que nunca te pude dar,
que nunca iban a ser míos.
Entonces, con un pitillo en la mano me dijiste
venga, vámonos fuera
que la noche es larga.
Pero la brevedad de los minutos conquistó cualquier atisbo
de tenerte
y lo improbable se hizo más fuerte según el hielo de los
vasos se derretía.
A su modo,
el humo de tu cigarro marcaba mis ganas de ser tuyo.
Ahí lo tenías, en la mano sin atreverte a fumar,
por si acaso perdías la mejor noche de tu vida entre
caladas.
Pero no fue esa,
ni sería la de muchas siguientes,
sin embargo, una extraña fuerza me ataba a ti
aunque el deseo fuera lo único que iba a reinar en aquella
noche.
Y, entonces, recordé aquella frase que leí
Y que por fin entiendo a la perfección.
"Y de repente,
la amé tanto como para olvidarme de mí mismo,
de mis autocompasivas desesperaciones
y contentarme pensando en que iba a hacer algo
que a ella le haría realmente feliz".
que a ella le haría realmente feliz".
domingo, 19 de agosto de 2012
Reyes, reinas y verdugos
Perdimos los besos corruptos que se escondían debajo de tus sábanas,
y volvimos a los recuerdos de espigas,
como si el olvido no fuera suficiente dolor.
Acordamos no volver a ser los mismos otra vez.
Aunque siempre pensamos que algo de nosotros perduraría en un siempre jamás
que parece que jamás vaya a regresar.
Y aquí sigo.
Oliendo el alma que dejaste impregnada en el fondo de mi cama,
desde que tu cuerpo ya no se tumba en ella
los mejores versos ya no se escriben.
Decidimos besar otros labios
como si fuera el elixir de la juventud eterna
Sin entender que el único remedio de las penas es saber con quién compartirlas
y no ahogarlas en noches de reinas y de reyes.
Que al final todos somos verdugos.
Así que decidí olvidar lo que aprendí del amor
porque a veces prefiero perderme entre callejones oscuros
con la visita esporádica de camas ajenas
con otras historias que no son las tuyas.
Historias que no duelen.
Prefiero dejar en el recuerdo imborrable que una vez fui quien quería ser
y dejarme embriagar por sueños protegidos de pesadillas.
Y sigo sin olvidar el modo en que mis caricias terminaban en gemidos de tu deseo
Y aquellas noches
en las que arrancarse por bulerías contra las paredes era lo único q nos dejaba satisfechos,
porque lo nuestro era algo más que gritos y orgasmos
porque el sexo de verdad siempre nace cuando el amor lo precede
y volvimos a los recuerdos de espigas,
como si el olvido no fuera suficiente dolor.
Acordamos no volver a ser los mismos otra vez.
Aunque siempre pensamos que algo de nosotros perduraría en un siempre jamás
que parece que jamás vaya a regresar.
Y aquí sigo.
Oliendo el alma que dejaste impregnada en el fondo de mi cama,
desde que tu cuerpo ya no se tumba en ella
los mejores versos ya no se escriben.
Decidimos besar otros labios
como si fuera el elixir de la juventud eterna
Sin entender que el único remedio de las penas es saber con quién compartirlas
y no ahogarlas en noches de reinas y de reyes.
Que al final todos somos verdugos.
Así que decidí olvidar lo que aprendí del amor
porque a veces prefiero perderme entre callejones oscuros
con la visita esporádica de camas ajenas
con otras historias que no son las tuyas.
Historias que no duelen.
Prefiero dejar en el recuerdo imborrable que una vez fui quien quería ser
y dejarme embriagar por sueños protegidos de pesadillas.
Y sigo sin olvidar el modo en que mis caricias terminaban en gemidos de tu deseo
Y aquellas noches
en las que arrancarse por bulerías contra las paredes era lo único q nos dejaba satisfechos,
porque lo nuestro era algo más que gritos y orgasmos
porque el sexo de verdad siempre nace cuando el amor lo precede
lunes, 30 de julio de 2012
Tal vez
Pensarás que tu vida será como la has planeado,
que al final
encontrarás aquel trabajo que deseas y ese piso será vuestro hogar,
para siempre
Pensarás que no hay otra persona que te pueda hacer más
feliz en esta vida
Aunque te duela
Pensarás que te querrá para siempre, que está hecho para ti
Que formáis uno solo porque de eso se trata
Y tal vez tengas razón
Tal vez.
Pero nunca te quitarás de la cabeza por qué sonríes así
cuando me ves
Pensarás más de una vez que los labios de otra vida
a veces no se estancan en el pasado
Y que la memoria tiene vida propia y los recuerdos vuelven
cuando menos te lo esperas.
Aunque seas feliz
Y aunque te duela.
Y aquellos inmaduros revolcones volverán a ti como un
relámpago en primavera,
como una sonrisa en un entierro.
Como un sombrero sin su dueño.
Será tan de repente que reirás ante tu desajustada memoria
Pero los juegos mágicos de dos enamorados bailarán siempre sobre
tu mente
En cualquier momento.
Y me encontrarás entre el gentío como un destello en un día
tenebroso
Y me verás al otro lado del espejo
y sentirás los abrazos que un día lo fueron todo
Y volveré a nacer entre tus dudas de hormigón,
las que pensabas que ya no tenías
Porque pensabas que ya no me amabas
Entonces verás en mí la misma sonrisa que nunca he dejado de
mostrarte,
porque nunca he sido capaz de olvidarte
Y entre los piojos que saltan de corazón en corazón en el
mío se paró uno hace muchos años.
Y parece q no quiere marcharse
Y te darás cuenta de que el tuyo tampoco se había movido,
que sólo estaba asustado
Y te repetirás a ti misma que yo te querré para siempre
Que nunca vas a dejar de quererme
Y entonces sonreirás hacia tus adentros
Porque por fin habremos formado nuestro uno, con nuestros
corazones
Y creerás que por fin la vida te sonríe
Pero qué caprichoso es el tiempo
Que una vez en tu vida no irá a tu favor
Y sí al mío
Porque, tal vez,
mis ganas de una vida perfecta mueran entre el avance de sus
agujas
Y el olvido habrá hecho en mí un hombre a base de golpes en
el pecho
De cicatrices de heridas abiertas
Pero curadas con sal, para que el dolor no vuelva a salir
Y así, tal vez,
Podré acercarme al olvido por última vez
y ya no recordaré por qué estuve tanto
tiempo en él
Y entonces, tal vez y sólo tal vez.
Por fin me sienta libre
miércoles, 4 de julio de 2012
Tango de las vírgenes suicidas
Nos manchamos la piel de sudor barato,
el mismo que dejan los polvos mal hechos
y las prisas por buscarnos.
Nos encontramos en una orgía de putas y vírgenes
porque siempre la más puta una vez fue la más virgen.
Y viceversa.
Me tomaste la mano y yo me vendé los ojos
Y bailamos el tango de las vírgenes suicidas,
por si acaso no recordábamos que los cojos siempre cojean
y que los ciegos nunca pueden ver.
Y por no ver me encontré de espaldas al destino,
señalándome mientras le guiñaba un ojo a tus caderas
Y el flujo de tu sexo en mis dedos,
y el pasado que vuelve,
y el presente que me escupe
Con cada calada del podrido deseo
un corazón maltrecho vomita sangre con astillas como
lágrimas
Y el mar que sale de los ojos inundados en forma de
pesadilla
Los abro por fin
y otra vez el sudor barato penetra en mi camiseta
Dónde están los putos gallumbos,
dónde está mi alma
que me ha abandonado entre gemidos que parecían olvidados
Entre recuerdos con escarpias,
entre sombras de terceros que piden paso para el baile
Y las máscaras del tiempo se camuflan
Y los pensamientos hablan del ayer,
sin pretéritos,
ni perfectos, ni imperfectos
Sólo carne al fin y al cabo
Sólo sudor, y luego lágrimas
Y el baile que ya no enamora
Porque amar sólo es el principio de la amargura
Y las vírgenes, mientras tanto,
Ahí siguen con su tango
martes, 3 de julio de 2012
Dime tú, Albertito
Seis años de llantos amargos y noches de vacío
Tristes historias recordadas por viejas fotos
un álbum que duele con cada página
Sonrisas de un niño que ya no ríe
O tal vez de un padre,
una madre o un hermano
Qué más da albertito
Si cuando alguien cercano muere
siempre duele el doble
Pero qué sabrás tú si los tuyos no iban en ese metro
Que eso de la curva solo lo conocías por la leyenda de la
niña
la que dijo ten cuidado, ahí me maté yo
Qué tiene eso ahora de leyenda
Y qué de realidad albertito…
II
Dime tú albertito qué ves en aquella curva ahora.
flores frescas q representan 43 muertes que pretendes
olvidar.
Por suerte el alma no conoce de silencios
y los gritos de quienes ya no viven
se escuchan desde las
voces de quienes les recuerdan,
Dime tú
albertito si ya no recuerdas el dolor de perder un
ser querido
Dime tú si la memoria merece ser olvidada
Si quien se fue merece esa suerte
Dime tú albertito si esas flores que mañana marchitarán
serán lo único
que les quede a los familiares.
III
Pregúntales qué se siente cuando un error ajeno,
sea el q sea,
termina con la vida de uno de los tuyos
Pregúntales qué se siente cuando aquellos a quienes votas
nunca te hacen caso
Ni cuando te mueres
Ponte en su lugar
albertito, sé que será difícil,
que eres político y todo eso
Que uno
en tu situación
termina olvidándose de los demás
Pero al fin y al cabo eres el presi
El gobernante de los valencianos
Dime tú albertito, contéstame de corazón
Sin cámaras, sin periodistas
y sin interpretaciones
Por qué paquito nunca recibió a las víctimas
Por qué sigues su camino
Dime tú, albertito, que tanto sabes
por qué algunas veces
siempre en las más dolorosas,
la vida quema
las prisas matan
y la muerte alivia.
martes, 26 de junio de 2012
Nos vemos en el infierno
No se preocupen por mí,
cuando me lean ya estaré
muerto.
Preocúpense por los demás,
los que corren el riesgo de
morirse de hambre
mientras ustedes engordan sus bolsillos
Hoy debe ser su día de suerte,
cuatro casas más que se
quedan sin propietario
Lo malo será limpiar las calles de carnaza sin hogar
Pero de eso que se ocupen otros
Que solo estarán 4 años
Ya vendrán otros peores
¿peores?
Sí, cada vez peores
Y nosotros les votaremos
porque el que sigue a un rebaño tiene algo de borrego
Esa es su suerte,
como la pensión
Bien asegurada
Y nosotros,
a trabajar
Quienes podamos, claro
Mientras, aprenderemos en casa
que sobran profesores, ya lo dicen
Pero que vengan más de ustedes
que el chorizo siempre da sabor
Hay que apretarse el cinturón,
dicen algunos
Los mismos que también quieren dar por el culo
Entonces no veo otra solución
que agujerarme los pantalones
Menos mal que siempre pueden dejarme las tijeras
En fin, nos veremos en el infierno
Que el cielo no es para mí
Y aquí ya hay sillas con sus nombres
domingo, 24 de junio de 2012
Las rosas también mueren
Lanzábamos cohetes de rosas muertas a la luna
pensando que así,
tal vez, y sólo tal vez,
en algún otro lugar podrían vivir
Cambiamos la rutina por espinas
así duele menos, decías
Pero dolía
Regábamos el jardín con agua mezclada con un poco de ahora
y muchos mañana qué
sin saber que la mezcla era lo de menos,
que podíamos regarlo cuando quisiéramos
Antes de la última calada de ese pitillo,
el mismo que te estás imaginando,
o tras apurar la penúltima copa de vino
Pero no fue así.
Nos preocupamos de cuánto tiempo teníamos
en lugar de hacerlo eterno
y ya veremos mañana si llueve
que todavía faltan un par de horas
Entonces apagamos todos los cigarros en una hoguera de cenizas
Y ya no volvimos a beber más vino de aquellas copas
Y acabamos perdiendo el aroma de las rosas
por no saber olerlas,
cuando aún estaban vivas.
pensando que así,
tal vez, y sólo tal vez,
en algún otro lugar podrían vivir
Cambiamos la rutina por espinas
así duele menos, decías
Pero dolía
Regábamos el jardín con agua mezclada con un poco de ahora
y muchos mañana qué
sin saber que la mezcla era lo de menos,
que podíamos regarlo cuando quisiéramos
Antes de la última calada de ese pitillo,
el mismo que te estás imaginando,
o tras apurar la penúltima copa de vino
Pero no fue así.
Nos preocupamos de cuánto tiempo teníamos
en lugar de hacerlo eterno
y ya veremos mañana si llueve
que todavía faltan un par de horas
Entonces apagamos todos los cigarros en una hoguera de cenizas
Y ya no volvimos a beber más vino de aquellas copas
Y acabamos perdiendo el aroma de las rosas
por no saber olerlas,
cuando aún estaban vivas.
lunes, 18 de junio de 2012
Nunca es tarde para aprender a cocinar
Siempre tuvimos la receta adecuada,
pero fuimos incapaces de
cocinar.
Yo con la dosis de ron
tú con la paciencia imperial
Llevabas los tiempos de cocción
Pero a la hora de la verdad siempre me faltaban huevos y,
cuando había,
nunca era padre para comérmelos
Solo doy cucharadas de aceite
algunas veces de agua
Pero siempre quedas tú por encima
Porque lo mereces, porque nunca sé cómo hacerlo
Y, sin embargo,
sonríes y me dices con tanta delicadeza
Tranquilo,
siempre podemos pedir unas pizzas,
Y, entonces,
el mundo entero
parece que tenga solución,
haces que todo sea fácil
Que de verdad valga la pena
Pero termino perdiéndome entre los ingredientes esenciales
Tú con el azúcar, tan dulce como siempre
Yo sin remedio
Echándole sal al café
Y vuelves a sonreír
vamos, me dices,
olvídate del café que no podrás dormir
Y me acuesto entre tus brazos
Y sueño que nunca es tarde para aprender a cocinar
jueves, 14 de junio de 2012
Los ángeles también saben besar
Hacía tiempo que no sentía esta
sensación. Lo cierto es que no siempre uno tiene la ocasión de compartir su cama
con otra persona. Aquella noche se presentaba larga, así que decidí abandonar
mi sentido común por unas horas y emborrachar un maltrecho corazón a base de
golpe de chupito.
Cuando en casa quedaban más recuerdos
que vasos que tragar salí y anduve hasta que la sed rompió la tregua. La brisa nocturna
consiguió despejarme un poco y, al entrar en el primer pub que encontré, con la valentía de un borracho me puse a
hablar con ella. Parecía débil e indefensa y sus lágrimas no paraban de cesar.
- Hola, cómo te llaman—pregunté.
En otra ocasión hubiera pensado,
por su silencio, en mil adjetivos que podrían salir de su boca hacia mí,
ninguno de ellos bueno. Sin embargo, me escrutó con su mirada de arriba abajo y
por fin habló.
- Dime, y a ti qué te pasa.
¿Tanto se me nota?, pensé. Ella
debió leerme la mente y mostró lo que parecía una especie de sonrisa.
- Echa un vistazo a tu alrededor, aquí nadie
parece feliz.
Las paredes de aquel local
parecían guardar miles de historias desdichadas, cada cual más amarga.
Perfectamente podría sentirme como en casa, pero había algo que allí fallaba.
La joven de la barra contrastaba con aquella imagen depresiva. Era
verdaderamente atractiva, su cabellera morena jugaba a esconder sus senos
voluptuosos, si uno se fijaba mucho en aquel escote corría el riesgo de quedar
atrapado en él para siempre. Su estrecha cintura tan sólo era la antesala de
unas piernas largas y firmes, cruzadas de un modo que sólo los ángeles son
capaces. Mis ojos, cargados de lujuria, exceso y whisky no podían mirar a otro
sitio.
- Como sigas mirándome la falda de ese modo voy a
tener que quitármela.
Y ya no dijo nada más. La miré,
me sonrió y me tendió la mano. Durante los próximos cuarenta minutos fui suyo.
Nunca pensé que se podían hacer tantas cosas en el váter de un antro como
aquél. Pero no acabó ahí. Me preguntó
dónde vivía y la llevé a lo que, le advertí, era como un glacial.
- Para calentarme me basta con tu cuerpo—contestó
mientras apresuraba el paso.
Y seguimos. No hubo conversación.
Tan sólo follamos. Al entrar en mi casa me disculpé por no poder ofrecerle una
copa de vino. Es normal, dijo ella, a estas horas todas están vacías. Entonces
colocó su mano en mi nuca y me enseñó que los ángeles también saben besar.
Entre cada respiración apasionada, dábamos pequeños pasos hacia mi habitación,
estampándonos a cada momento contra las paredes. Al entrar en ella, la mantuve
contra la puerta y le arrebaté de un solo golpe aquella blusa que tanto había
hecho que me perdiera en el pub. Los botones salieron disparados en todas
direcciones. Ella misma colocó mi cabeza entre sus pechos y veneré cada segundo
que pasó en ese momento.
Apoderado por la lujuria, levanté de un golpe una de
sus piernas y mi mano se deslizó como quien tiene vida propia por su muslo.
Tras encontrar lo que buscaba, pronto me di cuenta que ella no se había
molestado en volver a ponerse su ropa interior. Sus gemidos, cargados de
pasión, eran incontrolables. Mis ganas de hacerla mía me dominaban. Cuando
estaba a punto de deshacerme de mis pantalones, ella me miró con cara de quien
tiene ganas pero quiere mandar y me hizo retroceder hasta caer tumbado en la
cama. Fue entonces cuando el tiempo pareció ralentizarse y mis convulsiones
tuvieron que relajarse mientras ella besaba cada rincón de mi torso. Su cabeza
subía y bajaba por mi cuerpo mientras su mano jugaba más abajo. Al cabo de unos
instantes, cuando ella decidió que mis pantalones eran un estorbo, sentí como
mi sexo se humedecía cada vez más. Desde luego, ella no pegaba nada en aquel
pub, volví a pensar.
Horas después, mientras
reflexionaba desde la cama en lo sucedido aquella noche, la observé dormir,
parecía totalmente distinta. Como si llevara acostándose en la misma alcoba
muchos años. Cuando despertó, le hablé mientras me sonreía.
- Aún no me has contestado a mi pregunta
- Qué pregunta—dijo ella reincorporándose.
- Cómo te llaman
Hubo unos segundos de silencio,
ella seguía sonriendo, me acarició el pelo, acercó sus labios a los míos y
volvió a hablar.
- Qué tal si primero volvemos a follar.
martes, 12 de junio de 2012
Paso a paso
Sabías que yo era un desgraciado en esto del amor
que mis palabras se ligaban más a callejones oscuros
que a las luces de felicidad
que a las luces de felicidad
Y sin embargo me quieres
Nos miramos
como si ya no hubiera invierno en nuestros corazones
como si ya no hubiera invierno en nuestros corazones
como si fuera el amanecer más bonito lo que tuviéramos
enfrente
enfrente
y me hiciste olvidar por un segundo que entre tantas putas
aún queda alguna estrella
aún queda alguna estrella
Pero sabes que la cabra tira pa’l monte y que si tengo que
sufrir,
no puede ser contigo
no puede ser contigo
Creímos por un día que la perfección se nos daba
Pero lo bueno quema
por eso duró tan poco.
Lo cierto es que el verano nunca se despojó de mi invierno
Y aquí sigo, en una cama seca
y a menos diez grados
y a menos diez grados
la cerveza ya no ayuda, se ha congelado
Y ahí sigues tú,
tan perfecta que pareces inventada
tan perfecta que pareces inventada
creyendo que tengo solución,
como si la muerte la tuviera
como si la muerte la tuviera
Y no la tiene
La vida es para cuatro, dicen por ahí
yo no estaba en lista
me quedé encargado de escribir esquelas de amor
Predestinar con palabras
lo que no solucionan los te quieros
lo que no solucionan los te quieros
Y sigo en la cola,
esperando lo que nunca busqué
esperando lo que nunca busqué
amarrado a nudos de dudas
esperando mi turno, parece que nunca llega
Pero ahí lo tienes,
siempre avanza
siempre avanza
jueves, 7 de junio de 2012
Botellas vacías
Anoche salí a la calle después de muchos días encerrado en
el pasado que las paredes me recubren. Lo cierto es que el
no-queda-nada-de-alcohol hizo que me levantara de mi propia mierda y, apartando
centenares de imágenes y retratos con tu nombre, cogí la primera camisa que vi
por el suelo tirada y me dispuse a bajar. No fue hasta salir del portal y
encenderme un cigarro que me di cuenta de que había bajado las escaleras
totalmente a oscuras. Mi vida se ha acostumbrado a la penumbra de la soledad,
pensé.
Me recorrí todas las calles que mis pies estaban dispuestos
a andar, me dejé llevar entre el silencio de un cielo brillante, la luna me
acompañaba a estar más solo que nunca en una noche en la que solo reinaban
estrellas y putas. Cuando pensaba que por un momento el duro golpe del pasado
iba diluyéndose con la brisa nocturna, mis traicioneros pasos me llevaron a
aquel portal en el que conseguí robarte un torpe pero precioso beso. El primero
de muchos otros que siempre íbamos a recordar. Del que ahora, ya sólo yo tengo
memoria.
Tan sólo necesité una frase para que todo el peso del mundo
cayera sobre mi flacucha espalda. La primera vez que te vi las tetas íbamos a
dar un paso más. <<Jamás me cansaré de besarte>>, dijiste
mientras la ropa tan sólo era un obstáculo en nuestro camino. Noté como dos
cuchillas rajaban mis mejillas. Cada lágrima rasgaba a causa del peso de todas
y cada una de las letras de esa frase que no paró de rebotar por mi mente.
Eché a correr lleno de ira y resentimiento por no ser capaz
de olvidar algo que me consumía por dentro. Grité y maldije tu nombre como si fuera tu voluntad
la que me sometía a este sufrimiento. Pero la carrera duró poco. Cansado, apoyé
mi espalda contra una pared y suavemente dejé mi cuerpo muerto hasta caer
rendido en el suelo. Exhausto, recordé aquella frase que tantas veces ha
convivido conmigo, <<a
veces, por mucho que algo duela, dejarlo duele más>>.
Seguramente pasé más de una hora tirado en aquel suelo
ahogándome en el vómito de mis propios recuerdos. Cuando me rehíce como pude me
di cuenta de que cualquier lugar que pudiera conocer iba a estar cerrado.
Consternado y negándome a volver al hielo frío de mi casa anduve hasta
encontrar una gasolinera.
Ni primero en casa ni durante el camino me había parado a
observar el aspecto que podía tener. Esta reflexión me llegó después de que
cuando, al entrar en la primera gasolinera que encontré, el vendedor mostró un
ademán de preocupación, casi con miedo en el cuerpo. Sin embargo, todo síntoma
de cobardía se le esfumó cuando vio mi cara de desesperación y sufrimiento.
Supongo que llegó a sentir lástima por mí.
- Dos de whisky ¿no?—preguntó tras el mostrador
mientras pasaba las botellas por la máquina.
- Dos de whisky—repetí como si fuera lo único que
comprara desde hace tiempo.
- ¿Noche dura?—preguntó afable.
- No tanto como la de ayer
miércoles, 6 de junio de 2012
Por menos hemos follado
<<Por menos hemos follado>>, solíamos
decir en nuestra última época. Y así éramos antes, como conejos. Recuerdo la primera
noche que pasamos juntos, no llevábamos ni un mes quedando. Ni si quiera
sabíamos a dónde nos llevaba todo aquello pero queríamos disfrutar de nuestra
juventud y por una extraña razón, simplemente encajábamos. Una prima tuya nos
dejó las llaves de una especie de caseta en un monte perdido con un salón ancho,
suelo de parqué i una chimenea bien grande. En plan romántico. Me recuerdo en
el Mercadona comprando los últimos enseres y, cómo no, el whisky. Siempre nos
ha gustado follar con algo de alcohol en el cuerpo. La conversación que tuvimos
cuando me llamaste todavía la tengo guardada en la mente.
- Estoy en Mercadona, nada más salga voy a por ti—dije
yo nada más contestar.
- Vale vale, tranquilo. Pero pilla condones
- ¿Cuántos?—pregunté avergonzándome de mí mismo
por la propia cuestión.
- Yo qué sé, ¿hay de 20 o 24?
- ¿Tantos? No creo, supongo que de 12.
- De 12 es perfecto.
- Sabes que sólo vamos para una noche, ¿no?
- Claro que lo sé.
En aquel momento yo no sabía si reír o llorar. Así eras tú. Sencilla,
inteligente y sin tapujos. Cómo no iba a quererte si no podía existir otra
chica igual.
Así era nuestra vida, cualquier momento era bueno.
Hubiéramos discutido o no. Estuviéramos de compras, en público o en plena
autovía. Siempre tenías ganas y yo nunca he tenido tantas ganas de una mujer
como cuando estaba contigo. No era mi primera vez pero sí a tu modo de entender
el sexo, tú lo hacías único. Contigo, el sexo cobraba una relevancia imperial
en una relación. La palabra correrse se asociaba al amor, nada impuro. Podíamos
pasar días sin salir del piso y me encantaban esos momentos, cualquiera que
tuviera que ver contigo.
Tu modo de sacarme de quicio para hacerme rabiar. Terminar
estampándonos contra todas las paredes y hacer de cualquier superficie vertical
nuestra cama.
Tus gemidos semi ahogados con cada empujón de mi pelvis
mientras me mordías una oreja. Todavía no he encontrado una mejor banda sonora
para nuestra historia.
La tremenda flexibilidad con la que te permitías posturas
inverosímiles, sólo comparable con el placer que te daba cambiar la rutina.
Tus tirones de mi cabello cuando una lengua traviesa
encontraba aquel punto en tu sexo y que te hacía gritar hasta perder el sentido
de tu voz.
Las largas y repetidas duchas en las que el agua no era lo
único que tragabas.
A veces incluso volvíamos a la cama mojados pero qué
importaba si nadie en el mundo disfrutaba tanto como nosotros en tan poco
espacio.
Cuántas pizzas se nos habrán quemado en el horno por ceder a
nuestros impulsos y follar en aquel mármol.
Cada vez que miro la pila de la cocina recuerdo, a decenas,
la vajilla por fregar. Nos encantaba provocar al otro cada vez que intentaba
lavar los platos.
Como levantarnos antes de hora para ir a trabajar y tener que
llegar siempre tarde.
Todo eso se acabó. Un día, de repente, después de discutir
decidiste acostarte. Estabas cansada. Ahí lo supe, esto ha terminado, pensé. <<Por
menos hemos follado>>, dijimos los dos como si pudiéramos leernos
la mente. Parecía comprensible, cuando tu polla pasa más tiempo dentro de
alguien que de tus pantalones terminas por pensar como ella.
Pero no te culpo porque estaba enamorado. Perdidamente, de
hecho. Sabía que no iba a encontrar a alguien que me llenara como lo hacías tú,
hasta en nuestros paseos por el parque. Pero tú no lo estabas, tú sólo jugabas.
Era un modo de ver pasar la vida, hasta que te cansaras. Simplemente, perdiste el apetito o te lo comiste todo muy
deprisa. Como siempre te gustaba hacerlo.
martes, 5 de junio de 2012
Amor y mierda
Después de todos estos años todavía me resulta increíble no
poder encontrar a nadie más que reproduzca, del modo en el que tú solías
hacerlo, aquello de <<a veces pareces gilipollas>>
para demostrar todo el amor que podía habitar en un espacio tan pequeño como la
distancia que queda entre dos personas enamoradas después de un beso. Muchas
mañanas añoro esa forma tan tuya que tenías de plasmar en una simple mirada un
amor tan verdadero como nunca había visto. En cambio, por las noches no hay una
sola en la que no lo recuerde.
Buceo entre el desorden de mi habitación y me pierdo entre
recuerdos que duelen más que una patada en la nuca. En el suelo aún siguen
algunos cristales de aquella fotografía enmarcada que decidiste romper en una
de nuestras discusiones. Yo todavía tengo clavada en mi mente la sonrisa que
mostrabas en aquella imagen. En la mesilla de noche un triste flexo repleto de
polvo y mierda alumbra un pequeño blog de notas en el que solía plasmar en
frases lo que mis ojos gritaban cuando te veía. Un solitario paquete de tabaco
vacío y un cenicero repleto de colillas terminan de adornar el paraíso. Recuerdo que fue un regalo tuyo, <<para
que escribas más relajado>>, decías.
Así es como veo el amor, como fumar:
el primer pitillo es el más torpe pero nunca lo olvidas, siempre quedará ahí;
después te enganchas hasta llegar a un punto en el que si pasas varias horas
sin él, lo necesitas; a veces, en los peores momentos, incluso lo único que te
tranquiliza es uno de ellos; puede hasta matarte pero aún así eres tú el que
mataría por uno más. Y en el momento adulto de tu vida, debes elegir. Tal vez
aprendes a vivir con ellos y te das cuenta de que serás incapaz de abandonarles
o, por otro lado, ganarle la guerra a algo que te está matando por dentro.
Yo elegí odiarte, ya no recuerdo si lo mereces o no. Con
cada chupito de whisky intenté borrar tus <<esta noche mandas tú>>
sin saber que cada palabra la repetías todas las noches, estando conmigo o sin mí.
Sin embargo, después de perder la cuenta de botellas vacías y lágrimas
de alcohol me he dado cuenta que el alma no está capacitada para cicatrizar
heridas a fuerza de trago y que el recuerdo llega cuando le sale de los huevos.
Seas feliz o no. Estés borracho, en plena potada o cagando.
lunes, 4 de junio de 2012
Viene y va
El reloj de pared anunció con ese sonido peculiar las cinco
de la madrugada. Desde la pequeña terraza de mi habitación, la brisa primaveral
de la noche me abrazaba tumbado en la cama. Después de cinco minutos anhelando
ser nada y todo en este mundo me levanté y me dirigí hacia el baño. Al verme en
el espejo, sentí como el reflejo que de él emergía se burlaba de mí en mi cara.
Apoyando mis manos en el lavabo examiné el rostro que tan fijamente me miraba,
un completo extraño. Antes de salir no pude evitar contemplar el vaso con el
único cepillo de dientes que había, desde que decidiste llevarte el tuyo no hay
otra imagen que refleje la soledad como la de aquella olvidada herramienta.
Deshecho en nostalgia, regresé a mi habitación, me puse unos
pantalones cortos de sport que estaban tirados en el suelo y salí, con lo que
quedaba de vino de la noche anterior, a la terraza. Permanecí como cosa de diez
minutos apoyado en el muro, contemplando la paz y la tranquilidad de una noche
oscura y brillante mientras que una luna llena reinaba en aquel baile de
estrellas y amantes. Sin poder evitarlo, entre sorbo y sorbo, me vino a la
mente el día que decidiste marcharte para siempre. Después de tantos años
decías que te sentías como una extraña cuando dormíamos, aún me duele pensar lo
infeliz que decías ser a mi lado. Ahora, una parte de mí se preguntaba dónde
podrías estar, en qué lugar y si de verdad eras tan feliz como deseabas serlo.
La profundidad de mis cavilaciones no me hizo advertir la
figura que se acercaba por detrás. Sólo me percaté de su presencia cuando dos
brazos femeninos rodearon mi cuerpo y una cabeza se apoyó sobre mi espalda.
Parecía que sonreía. Mi rostro era distante.
Cuando me di la vuelta ahí estaba ella. Únicamente vestía su
ropa interior aunque se había enfundado la camisa que unas horas antes me había
quitado en un arrebato sexual. Llevaba el pelo suelto y los puños de mi prenda no
dejaban ver sus manos. Estaba realmente sexy
- ¿Ocurre algo? –me preguntó con la mayor dulzura
que he sentido jamás.
- Nada de qué preocuparse –contesté
correspondiéndole con un beso.
- Vamos, volvamos a la cama.
Imaginé el movimiento de su culo por detrás del faldón de mi
camisa moviéndose hacia la cama. Era verdaderamente preciosa. Lentamente se
desprendió de ella y, mientras me miraba de un modo sensual, se deshizo de la poca ropa que cubría su
cuerpo de reina, quedándose totalmente desnuda. Yo apuré la copa de vino y me
dirigí hacia la cama. No dije nada hasta que estuve acostado.
- Lo siento, ha estado bien pero creo que esto no funcionará
–dije sin mirarle.
- Buenas noches –contestó cortante.
Cuando volví a abrir los ojos, los rayos de sol cubrían cada
rincón de la habitación. Al girar sobre mi propio cuerpo descubrí que estaba
sólo en aquella cama, volvía a parecer grande y gélida. Tal y como la dejaste. Me
reincorporé y volví a la vista hacia la terraza, imaginándote otra vez donde
horas antes me preguntaba qué sería de ti. Cuando decidí por fin levantarme, al
dirigirme hacia el baño aprecié un nuevo detalle pegado en la puerta de mi
habitación. Se trataba de un post-it amarillo en el cual se podía leer, en una
caligrafía femenina, ni se te ocurra
llamarme, capullo. Esta vez ni tan si quiera le había pedido el número, pensé.
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