Yo solía tener claro todas estas cosas,
que, a veces,
el mundo rosa en el que creemos vivir se tiñe de mierda
y que todas las mentiras empiezan con la palabra cariño.
La vida me había enseñado que comprar muebles de Ikea
siempre era lo adecuado,
por aquello de montar y desmontar a tu antojo,
que vivir en una casa no significa tener un hogar
para
siempre
Me consideraba un experto entre amores y desamores
si alguien entiende sobre el infierno,
ese soy yo.
Aprendí a vivir entre historias de alcoba
en camas que no
eran la mía
ni la tuya
ni la nuestra
Hasta aquella noche en la que los cubatas de ron
nos
llevaron hasta tu almohada,
la misma noche en la que me perdí entre tus sábanas
y te encontré a ti después.
Y allí me ves a la mañana siguiente,
ojeando el nuevo catálogo de muebles y tú
descolgando el
teléfono.
Tu taxi llegará en diez minutos, me dices
Y la mierda que vuelve a flotar,
otra vez, pienso
Y un adiós acompañado de un punto,
uno de esos a los que nunca le siguen dos puntos suspensivos
Uno de esos en los que quieres seguir leyendo pero,
por desgracia,
la historia terminó antes de que pudieras correrte
Te acabo de descubrir en medio de un lío de blogs, y algo me da que éste sitio merece la pena.
ResponderEliminarUn abrazo ;)