martes, 5 de junio de 2012

Amor y mierda


Después de todos estos años todavía me resulta increíble no poder encontrar a nadie más que reproduzca, del modo en el que tú solías hacerlo, aquello de <<a veces pareces gilipollas>> para demostrar todo el amor que podía habitar en un espacio tan pequeño como la distancia que queda entre dos personas enamoradas después de un beso. Muchas mañanas añoro esa forma tan tuya que tenías de plasmar en una simple mirada un amor tan verdadero como nunca había visto. En cambio, por las noches no hay una sola en la que no lo recuerde.


Buceo entre el desorden de mi habitación y me pierdo entre recuerdos que duelen más que una patada en la nuca. En el suelo aún siguen algunos cristales de aquella fotografía enmarcada que decidiste romper en una de nuestras discusiones. Yo todavía tengo clavada en mi mente la sonrisa que mostrabas en aquella imagen. En la mesilla de noche un triste flexo repleto de polvo y mierda alumbra un pequeño blog de notas en el que solía plasmar en frases lo que mis ojos gritaban cuando te veía. Un solitario paquete de tabaco vacío y un cenicero repleto de colillas terminan de adornar el paraíso. Recuerdo que fue un regalo tuyo, <<para que escribas más relajado>>, decías. 


Así es como veo el amor, como fumar: el primer pitillo es el más torpe pero nunca lo olvidas, siempre quedará ahí; después te enganchas hasta llegar a un punto en el que si pasas varias horas sin él, lo necesitas; a veces, en los peores momentos, incluso lo único que te tranquiliza es uno de ellos; puede hasta matarte pero aún así eres tú el que mataría por uno más. Y en el momento adulto de tu vida, debes elegir. Tal vez aprendes a vivir con ellos y te das cuenta de que serás incapaz de abandonarles o, por otro lado, ganarle la guerra a algo que te está matando por dentro.

Yo elegí odiarte, ya no recuerdo si lo mereces o no. Con cada chupito de whisky intenté borrar tus <<esta noche mandas tú>> sin saber que cada palabra la repetías todas las noches, estando conmigo o sin mí. Sin embargo, después de perder la cuenta de botellas vacías y lágrimas de alcohol me he dado cuenta que el alma no está capacitada para cicatrizar heridas a fuerza de trago y que el recuerdo llega cuando le sale de los huevos. Seas feliz o no. Estés borracho, en plena potada o cagando.

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